Tratamiento
El Síndrome de Marfan no tiene cura, pero un diagnóstico precoz y un seguimiento adecuado pueden mejorar significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen. El tratamiento se basa en un enfoque personalizado y en el manejo de los síntomas según el sistema afectado.
El principal objetivo es evitar complicaciones graves, por lo que es fundamental realizar revisiones periódicas bajo la supervisión de especialistas en diversas áreas. Entre las pruebas de control más comunes se encuentran:
- Ecocardiogramas regulares para monitorizar el estado del corazón y la aorta.
- Fondo de ojo para detectar alteraciones en la visión, como la subluxación del cristalino.
El tratamiento específico dependerá de la gravedad de los síntomas y puede incluir:
- En algunos casos, no será necesario ningún medicamento, pero sí un seguimiento regular.
- En otros, se requerirá el uso de fármacos, como los betabloqueantes, para controlar la dilatación de la aorta y reducir el riesgo cardiovascular, siempre bajo la indicación y supervisión del especialista.
- En casos más graves, se podría considerar la cirugía, especialmente en lo que respecta a la reparación o reemplazo de la aorta o la corrección de problemas musculoesqueléticos.
Además, es importante evitar situaciones de estrés físico o emocional que puedan agravar la condición. Por ello, se desaconsejan los ejercicios intensos o deportes de contacto que puedan poner en riesgo el sistema cardiovascular o aumentar el esfuerzo en las articulaciones.
Con un tratamiento adecuado y un seguimiento constante, las personas con Síndrome de Marfan pueden llevar una vida relativamente normal y minimizar el riesgo de complicaciones graves.
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